Madrid. (EUROPA PRESS):- Diversos estudios publicados recientemente han demostrado que existe una relación entre el estrés y la progresión del cáncer. En concreto, han comprobado que el sistema neuroendocrino a través del sistema nervioso simpático, puede regular la actividad de las células en el microambiente tumoral.
Y es que, el sistema nervioso simpático se activa en situaciones de estrés, aumentando los niveles de adrenalina y noradrenalina en sangre, sin embargo, hasta ahora se conocía poco sobre sus efectos en la progresión del cáncer y, en particular, sobre la metástasis a tejidos distantes.
En este sentido, investigadores del Instituto Monash (Australia) están analizando el impacto molecular y celular de los neurotransmisores adrenalina y noradrenalina en el microambiente tumoral. Estos neurotransmisores se unen a los receptores B-adrenérgicos que se encuentran en la membrana de la célula tumoral.
Aparición de nuevos vasos sanguíneos y linfáticos
De hecho, la organización de la arquitectura tisular normal se altera durante el desarrollo del cáncer, dando lugar a la formación de nuevos vasos sanguíneos y linfáticos que ayudan a acelerar la progresión del cáncer. Los factores que regulan la función de estos nuevos vasos, incluyen la inflamación y las señales nerviosas del sistema nervioso simpático.
En este sentido, el estrés afecta el funcionamiento tumoral a través de vías de señalización beta-adrenérgicas que reclutan macrófagos para el tumor primario. En circunstancias normales, los macrófagos ayudan a nuestro sistema inmune a luchar contra la enfermedad, sin embargo, el cáncer altera los macrófagos para ayudar a las células tumorales a diseminarse por todo el cuerpo para colonizar otros órganos.
Además, en sus últimos estudios han podido demostrar que el estrés crónico acelera las metástasis del cáncer de mama mediante la acumulación de macrófagos en el tejido tumoral, así como la progresión de la leucemia linfoblástica aguda.
"Estos estudios confirman la importancia del control del estrés en los pacientes oncológicos, además de abrirnos nuevas perspectivas en los tratamientos farmacológicos coadyuvantes como el uso de fármacos que bloquean los receptores B-adrenérgicos", ha zanjado la doctora del Centro Médico Teryon de Barcelona, Esther Ibáñez.